jueves, 21 de mayo de 2009

Extracto de Un árbol crece en Brooklyn, que refleja bien el año 1917


Mientras limpiaba el piso de arriba, Franci oía a través del delgado suelo de madera fragmentos de conversaciones. A menudo interrumpía su trabajo para escuchar mejor. Sí, el mundo cambiaba rapidamente y comprendió que esta vez era el mundo y no ella. Oía como cambiaba el mundo al escuchar aquellas palabras.


-Es un hecho. Dejarán de hacer licores y dentro de pocos años el país será abstemio a la fuerza.
-Un hombre que trabaja intesamente tiene derecho a su cerveza.
-Díselo al presidente y veremos hasta dónde llega.
-Éste país pertenece al pueblo. Si nosotros no lo queremos seco, no será seco.
-Por cierto, es un país que pertenece al pueblo, pero te van a meter la prohibición en el gañote.
-¡Por Cristo! Entonces elaboraré mi propia bebida. Mi padre lo hacía en Euorpa. Coges una fanega de uvas...



-Qué dices, hombre. Nunca darán el voto a las mujeres.
-Yo no estaría tan seguro.
-Si eso llega a suceder, mi esposa votará lo mismo que yo, de lo contrario, le retuerzo el pescuezo.
-Mi madre no irá a las urnas a mezclarse con esa sarta de vagos...
-Una mujer presidenta. Podría llegar a verlo.
-Jamás permitirían que una mujer manejara el gobierno.
-Hay una que lo maneja ya.
-¡No seas bárbaro!
-Hoy por hoyl, Wilson no puede ni siquiera ir al baño sin el permiso de su esposa, la señora Wilson.
-Porque el mismo Wilson parece una vieja.
-Nos está evitando la guerra.
-¡Ese maestro de escuela!
-Lo que necesitamos en la Casa Blanca es un político experto y no un maestro de escuela.



-...automóviles. Pronto los caballos pertenecerán al pasado. Allí está ese tipo en Detroit haciendo ccoches baratos que pronto estarán al alcance de cualquier jornalero.
-Un trabajador conduciendo su coche particular. ¡Vivir para ver!



-Y nos vamos encaminando derechitos a la guerra. Hombre, lo veo venir.
-Lo que tenemos que hacer es reelegir a Wilson en las elecciones de este año. Él sabrá avitar la guerra.
-No hay que hacer apuestas basadas en las promesas electorales. Si se tiene un presidente demócrata, se tiene un presidente partidario de la guerra.
-Lincoln era republicano.
-Pero los del sur tenían un presidente demócrata y fueron ellos los que inciciaron la guerra.
-Yo me pregunto: ¿Cuánto tiempo tendremos que soportarlo? Esos bastardos han hundido otro de nuestros barcos. ¿Cuántos tendrán que hundir antes de que reunamos suficiente coraje para ir a darles la paliza que se merecen?
-Nosotros debemos mantenernos al margen. Al país le va muy bien. Hay que dejarlos que hagan ellos sus guerras sin meternos en líos.
-Nosotros no queremos guerra.
-Si declaran la guerra, me presento al ejército al día siguiente.
-Tú no puedes hablar. Has pasado de los cincuenta. No te aceptarían.
-Prefiero ir a la cárcel antes que a la guerra.
-Hay que pelear por una causa que nos parezca justa. Yo iría con gusto.
-Yo no me preocupo. Tengo una doble hernia.



-Esperad a que llegue la guerra. Necesitarían obreros como nosotros para fabricar barcos y armas. Y necesitarán a los agricultores para producir alimentos. Entonces los tendremos bien agarrados por la garganta. Ya no serán ellos los que manden, sino nosotros. ¡Dios, si los haremos sudar! Para mí la guerra nunca llega demasiado pronto.


-¡Aeroplanos! Una idea descabellada. Eso no durará.


-El cinematógrafo ha venido para quedarse. Los teatros van cerrando uno tras otro en Brooklyn. En lo que a mí respecta, prefiero mil veces ver una película de Charlie Chaplin que ls obras de teatro que ve mi mujer.


-...telégrafo sin hilos. El invento de los inventos. Las palabras te llegan por el aire, sin necesidad de cables. Sólo se necesita una especie de máquina para pescar el sonido y un auricular para poder escuchar...


-Le llaman <>, es un soporífero con el cual las mujeres no sienten nada al dar a luz. Cuando un amigo se lo contó a mi mujer, ella dijo que ya era hora de que se inventase algo así.


-¡Pero qué dicen ustedes! El gas ya ha pasado de moda. Ahora están instalando electricidad hasta en las viviendas humildes.


-No sé qué les pasa a los jóvenes de ahora. Están locos por el baile. Bailan...bailan...bailan...


-Yo me cambié el nombre. Elegí Scott. En vez de Schultz me puse Scott. El juez me preguntó: <<¿Por qué lo hace? Schultz es un buen apellido>>. Él también es alemán, ¿sabe? <>, le dije...Juez o no juez, así mismo le hablé: <>, le dije. <>



Y Francie, apoyada en su escoba para escuchar, trataba de dar sentido a lo que oía y se esforzaba por entender un mundo que giraba en veloz confusión. Y le parecía que el mundo entero había cambiado entre el día del nacimiento de Laurie y el último día del curso.

No hay comentarios: