Primero, el sistema primitivo en el que la mujer procrea y el hombre
[caza,
una forma de funcionar que más bien era económica,y no un placer o una amenaza.
Después, una dependencia nacida de la imposición,
los hombres se habían hecho fuertes,
también su ambición.
En un paso intermedio, la mujer se hizo trizas,
permitiendo que sus madres, así como nodrizas,
les recomendaran el romanticismo, que les imnotiza.
Y finalmente, se olvidó el motivo,
todo era inercia, tradición, inestabilidad,
más que de un tiovivo.
Para algunas fue el miedo, otras la conciencia,
que normalmente no sirve de nada,
si no es para la ciencia.
Las películas, las canciones,
son mentiras y pendones,
las mujeres, ya deshechas,
olvidaron los rencores:
el hombre había ganado,
ella se sometía,
si no estaría sola,
y así se moriría.
Valemos todos algo, hombres y mujeres,
pero permítanme reivindicar,
pues así se me requiere,
que las segundas no son frágiles,
aunque usen alfileres
para sostener sus ropas,
firmes como Ateneas, bellas como claveles,
no por eso protegedles,
que donde hay mujer, hay fuerza,
hay inteligencia,
libertad y competencia,
olvidad el viejo icono: ya se alzan independientes.
¡Adiós a la Naranja!
¡Bienvenidas sean Sus Plurales!
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