Hermanos y hermanas españoles:
Para esto tenemos monarquía. Para que nos roben el dinero que van a gastar en hacerse fotos dignas de burla. El 0,01 del presupuesto va sólo para la casa real, y eso para una sola familia es más que lujo. ¡Es ser un déspota!
Leticia pagandose sus complejos, sus desequilibrios psíquicos personales (¡Y ésta será nuestra reina!), y haciendo a las jóvenes cobrar el plus del mal ejemplo.
El príncipe, jugando con sus uniformes. Jugando a ser rey del ejército (porque lo es), y a ser poderoso (porque lo es). Recalcando su poder bélico. Haciéndose ver como un hombre formal, y como un hombre uniformado. Ambas cosas me repugnan. ¿Realmente queremos un Fidel Castro? ¿Un Caudillo? ¿Un Primo de Rivera?
Porque este hombre necesita la fuerza del color caqui, y el azul y el negro para sentirse cubierto, para sentirse seguro, con su verdadera identidad oculta.
Yo me río de la pantomima de unos reyes que encuentran su origen en su sangre corrompida por la endogamia, en la decisión de un dictador que nos ha consumido durante cuarenta años, y en la demagogia de implantar la Democracia.
Señores reyes, la cuestión de la Democracia no fue un bien que nos hicieron al pueblo Español. Era pura necesidad. Vuestra única forma de supervivencia. Retornamos a la dicha e infelicidad del despotismo ilustrado. Volvemos a la generación de Carlos III.
No habrá justicia hasta que todos seamos lo mismo: Ciudadanos. Y para esto se require abolir el primitivo sistema monárquico. Y el Papal.
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