domingo, 23 de mayo de 2010

Eran mis dos descansos


Eran mis dos descansos
como el mar y el cielo.
Eran mis dos descansos
uno de sal y otro de viento.

Yo los creía infinitos,
se perdían en el horizonte,
probaba a lanzar un grito,
galopaba sin hallar corte.

Un día el viento se marchó,
allende de los mares,
lejos, más lejos, allá con los trigales.

Yo me dolía por no oír
el susurro del viento,
así que, recurrí
a penetrar el mar adentro.

¡Cómo olía, como mareaba!
En un sinfín de agua
que de amor me refrescaba.

Pero entonces, nos separamos:
yo a mi casa, él a la suya,
no sabía que era el tiempo
en que se volvería bruma.

Y se lo volvió.

La bruma densa y espesa,
terminó volviéndose caspa,
para más tarde evaporarse,
en aire, libre, sin casta.

¿Qué será del mundo,
sin mar, sin cielo,
haciendo que el calor sea tanto tormento?

¿Qué será de mí,
ahora, sin ellos,
que me ahogo en el llanto, y me desespero?

¿Es esto la vida,
sin sal, sin cielo,
sin esperar nada en tal desconsuelo?

No hay comentarios: