Sí, terminaré creyendo a aquél que se atreve a decirme en qué forma soy (porque, ciertamente, estos místicos del conocimiento general, por los que no me permitía el uso de la consideración, afirman mi ser frente a mi estado, en un intento de ser optimistas.
A los médicos y psicólogos, esos magos de las disciplinas exactas y su acción sobre materias inciertas. A los periodistas y escritores farandulísticos, y a sus abuelas, esos pechos que han curtido a la castiza España. A los profesores de escuelas privadas, de primaria y secundaria, excluyendo, en un alegato de benevolencia no carente de esperanza, al bachillerato. A los jueces, abogados y demás pájaros del poder jurídico. Al gobierno en sus manifestaciones administrativas, pues las legislativas son todo un maquillaje carnavalesco para zarandear el trasero en signo de provocación ante la hipotérmica (en cada una de las lecturas de este adjetivo) Europa. A los amigos paternalistas. Al sistema democrático. A Pío Baroja, Schopenhauer, Nietzsche y demás misóginos. A los andaluces birreros/barrieros de piel retostada y gesto ceñudo de tanto trabajar el campo, que cuando van a la ciudad a no-relacionarse y a criticar todo lo que luego les vendría tan bien tener en sus vidas, también nos coronan con su acepción de sodomía. A los fríos y categorizadores meseteños, marionetas de las grasas saturadas de las chacinas de serranía, y tal vez por eso menos ágiles en la asimilación de la tolerancia, a pesar de su presumible septentrionalismo y occidentalidad. Señores, permítanme la acotación: todo tiene un norte y un oeste, también las regiones tercermundistas subsaharianas, sudamericanas, infraorientales y pordebajoceánicas. Y, finalmente, terminaré oyendo voces vaticanas y pías, que son los que más saben de esto.
Porque, no es que una no lo intente. Una desnaturalización llena de ansias, dispuesta a todo: al individualismo, a la resignación, a la adecuación al personaje, a la ruptura de sus moldes. Si analizamos la forma en que me he conducido en los últimos dos años obtendremos una extraña trazada compuesta por huellas a dos metros la una de la otra, en un sentido perpendicular, fruto de mil danzas al despecho de no sé quién, coreografía consistente en saltos de un pie derecho a uno izquierdo, y hasta, durante una trama en la que creí escuchar redobles y tamborileos, de una simultanedidad desencadenada de forma factible gracias a lo flexibles que tengo las ingles, y a que me imaginaba llevar un pony (para mantener un equilibrio forzado y placébico) susceptible de sostenerme. La imagen humorística es esa, no habrá otra en lo que queda de post, la de una persona que anda con las piernas abiertas hasta la parodia, con un zapato en cada acera. Y si eso no te hace reír, escandalizar o relamerte con mi sufrimiento, entonces, sólo puede despertarte la compasión, probablemente porque también hayas perdido el tiempo en dichosas maniobras tales.
A dónde nos lleva esto es muy sencillo, o debería serlo.
La entrada, a ningún sitio concreto, eso lo sé porque me he criado en la vieja península de piel de toro, y si no hicieron nada autorías mayores en temas de relevancias vitales y genéricas para el pueblo español, preguntarme si una destructiva verborrea es capaz de impulsar algún movimiento es pura retórica.
Pero, con respecto a mí, sé que la escritura es el Jesucristo de muchos puentes y estancos de agua, de muchas cuchillas, hornos despilfarrando calor eléctrico, bombonas de gas, coches en plena tracción por el asfalto, y plazas que quieran o no darle la acogida a un pobre cuerpo triturado por caídas a título de rascacielos simpáticos con ganas de darme el empujoncito que me faltaba. Sí, como los padres americanos con sus hijos montando por primera vez en bicicleta, ¿y qué? Yo no he tenido la culpa de no tener figura paterna, y si quiero puedo permitirme esta analogía sarcástica.
Y en la plena ebullición de una revancha que directamente me preocupo de vomitar como trasto informativo encima de mis opresores comunistas (y ahora quiero que todos los rojos desoigan esta carga semántica connotativa: comunistas porque se refugian en la comunidad, en lo común, en la primera comunión y en los medios "comunicativos" que nos han enseñado a ser putones verbeneros a lo **Mujeres, hombres y viceversa), no están los sentimientos de culpa por dejarme callarme.
Que, realmente, no me queda más que creer todo lo que me han contado, los motivos por los que dije estar enamorada de Santi, mi compañero de clase, justo en la etapa intermedia entre Calamito y El mundo de Sofía/El guardián entre el centeno.
Calamito feliz, antes de saber que las cosas nunca acaban con perdices, no sólo por su precio y mala calidad de criadero masificado.
Ahora, la razón no se la va a llevar nadie gratuitamente. En España y el resto del mundo, que yo sepa, las cosas se pagan, aunque de un tiempo para acá básicamente éstas se prostituyen a cambio de otras.
La cosa es: Aunque muy criticada, nuestra grandiosa gama de pitonisas y reinonas, así como vírgenes (si lo son o no a nadie le importa), santurronas y demás parias de los racionalistas, empiristas, positivistas y todos los istas que conforman la curiosa red de científicos aficionados a repetirse cada noche (o hacérselo repetir a su mujer, las circunstancias en que esto se haga se sirven a la imaginación de cada uno) lo poco reemplazables que son, y lo bien que han sabido montarse la pantomima para descuartizar el mundo a su esquizofrénico modo de ver (por eso se dice que los puzzles son buenos en la infancia, porque acostumbran al pobre infante a la vampírica perspectiva del científico, y si sale mal la cosa, lo peor que puede ocurrir es que el crío acabe en algún programa como **Gran Hermano para tener los mismos derechos de opinión que de haber sacado con honores su bachillerato de ciencias), si son (volviendo a las brujas de pelo en pecho, perdón por el largo inciso) alquimistas de la patria es porque nos han demostrado cuán eficaz es el efecto Forer. Nos ahorramos testeos, lo tenemos todo resumido en cualquier página de horóscopos de una revista de cotilleo femenina.
Si no se va a decir nada contundente que me evite la inminente declaración, entonces, procedo a acusar y así esto termina de parecerse a una partida de Cluedo de las que describen los mejores tiempos, esos en los que la consola era para viciados y viciosos, en los noventa.
Que no niego la pertinencia de ciertas particularidades de nuestro colectivo. Que no. Pero porque, si no se han dado cuenta antes, es la masa dominante la que impone la forma, y, si no, que le pregunten a Hitler por qué acabó recitando, no precisamente poesía. Bueno, aceptamos "mitín fascista" como poesía (ultranacionalista) aria.
Que las bolleras comemos tortilla, y de segundo, marisco. Que los gays no comen para mantener la línea y poder enfundarse en tangas de leopardo y sujetadores que brillan en la oscuridad. Y que cuando salimos del armario no queremos más que hablar de lo mismo, que hacer siempre lo mismo (que por supuesto es follar con el primero que nos deje), escuchar siempre lo mismo (Madonna, Locomía, O-zone, Country-Cutre, Lady Gaga, Gloria Gay[nor], Elthon John y Freddy Mercury), vestir como camioneros, o como la princesa Letizia en el caso de los chicos, y, claro, no salir del club de moda de la ciudad, con cuarto oscuro y todo.
Y me parece muy bien que cada uno haga de su capa un sayo, o de su culo un dado (léase como mejor se quiera, pero tiene traducción fija), pero ni todos vamos de/a lo mismo, ni se nos ha pasado jamás por la cabeza tener que hacerlo.
Claro, cuál es el problema y detonante de esta tía a las doce casi de la noche como para que se ponga a escribir tales burradas en su abandonado blog de semicachondeo, para que lo lea sabe dios qué o quién. Hasta que te empiezan a hacer sentir un texto en sánscrito, y un coito tántrico con patas y la autonomía que quisera Cataluña, todo va bien.
Entonces se le añaden ajos al panorama de asolación total (es obvio que somos una minoría, y una minoría de la minoría los que se atreven a salir del armario), y te quedan pocas opciones más que irte al bar de moda con cuarto oscuro y todo, subirte a un chat para Solteros del Arcoiris que Sí quieren una Relación Seria para tomarle la palabra a ZP, o bien, y como ya me habían predicho a mí, volverse un pervertido dispuesto a aprovecharse de cualquier alma inocente que vague por el mundo sin saber todavía, porque hay gente que no lo sabe, qué es el tribadismo.
Que nos contentemos con leyes, pancartas, promesas, películas, exposiciones eventuales en tu biblioteca más cercana, crónicas de concienciación en telediarios sobre la violencia contra homosexuales...
Pues que se aguanten con su atributo masculino rebosando soledad los puteros, los eclesiásticos, los feos y los farsantes (los que gastan insecticolonia y coches tan espaciosos como sus pobres y vacíos calzoncillos). Pero, sobretodo, que no se inmuten cuando sus familiares, amigos y conocidos les recuerden que son ejemplares torcidos, cuya torcedura debe escayolarse, o, si te gusta más el rollo de la caracterización e interpretación profesional, así como los Muppets de Jim Hemson, maniatarse bajo una fundita de gomaespuma que hará que apenas se note "lo tuyo". ¿El qué? "Que no eres como los demás".
Sí, claro, si quieres me monto un gremio, y entonces ya nos tacharán de proxenetas.
*Preciso que Histeria tiene una connotación de enfermedad, según ciertos escritos de Freud promocionable como tendencia al orgasmo en la mujer (es tradición entre los hombres que cuando no se sienten el ombligo del mundo se ponen a inventar palabras y religiones).
**Me he permitido el asterisco delante del título de esos fangosos programas porque no creo que se puedan introducir en un texto con las mismas condiciones y derechos de gramaticalidad que el resto de lexías; no, no puede ser.
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