sábado, 4 de diciembre de 2010

Voces

Del amor claro.
De la duda y las esperanzas.
De la Rabia y las Ausencias.

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Anna Ajmatova - Fragmento:

Me pareció que las llamas de tus ojos
Volarían conmigo hasta el alba.
No pude entender el color,
De tus ojos extraños.
Todo alrededor palpitaba
Nunca supe si eras mi enemigo, o mi amigo,
Y si ahora era invierno o verano.
21 de junio de 1959 Moscú.

Anna Ajmatova - Estamos tan intoxicados uno del otro...
(Traduce Jorge Bustamante García)


Estamos tan intoxicados uno del otro
Que de improviso podríamos naufragar,
Este paraíso incomparable
Podría convertirse en terrible afección.
Todo se ha aproximado al crimen
Dios nos ha de perdonar
A pesar de la paciencia infinita
Los caminos prohibidos se han cruzado.
Llevamos el paraíso como una cadena bendita
Miramos en él, como en un aljibe insondable,
Más profundo que los libros admirables
Que surgen de pronto y lo contienen todo.


Marguerite Yourcenar:

III. No había que titubear; había que acudir;
Había que llamar; no había que callar.
No supe presentir que ibas a morir
Y continué mi aislado camino de pasar.

No supe presentir que vería agotarse
El claro manantial donde la sed termina;
No supe presentir que la muerte germina
Un fruto misterioso en la tierra de amarse.

Aquí están mis ojos, mis manos, mi paso
De ayer por el jardín que ahora yace raso;
Te busco titubeando como un extranjero,

Pero sin alcanzarte; me acuso; y envidio
Aquel que comprendió que todo es pasajero
Y descubrió su amor frente a tu espejo tibio.

Luis Cernuda:

No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.

La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.

Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.
Auque sólo sea una esperanza
porque el deseo es pregunta cuya respuesta nadie sabe.

Silvya Plath - Soy vertical

Mejor querría ser horizontal.
No soy un árbol con raíces hondas
en tierra, sorbiendo minerales y amor materno,
refloreciendo así de marzo en marzo,
reluciente, ni orgullo de parterre
blanco de admirativos gritos, muy repintado,
y a punto, ignaro, de perder sus pétalos.
Comparado conmigo es inmortal
el árbol, y las flores más audaces:
querría la edad del uno, la temeridad de las otras.

Esta noche, en luz infinitésima
de estrellas, árboles y flores
han esparcido su frescura aulente.
Yo entre ellos me paseo, no me ven, cuando duermo
a veces pienso que me les hermano
más que nunca: mi mente descaece.
Resulta más normal, echada. El cielo
y yo trabamos conversación abierta, así seré
más útil cuando por fin me una con la tierra.
Árbol y flor me tocarán, veránme.

Odette Alonso - Los amantes de Pompeya

La luna era distinta hace un segundo
te iluminaba
entraba por la hendija como un sorbo.
Moriremos de amor amiga mía
presiento que un tropel desciende de las cumbres
siento su oleada tibia presionando mi espalda.
Moriremos de amor
todos los vientos llegan como una manotada
y yo cubro tu cuerpo lo incorporo
quiero aliviarme en ti.
Hace un segundo la luna era distinta
y no había ese susto en tu mirada.
Algo nos viene encima
ese sordo rumor es un presagio.
Cierra los ojos pronto amiga mía.
Es el amor que llega.

Odette Alonso - Margarita o la idea de la felicidad

Vender el alma al Diablo
o vender el alma a Dios.
Vender el alma y que ella llegue alguna tarde
a ponerme su almíbar en los labios
a dejarme danzar descalza en esta alfombra.
Su almíbar o su furia sobre mis tristes huesos
que esperan por la muerte o la felicidad.
Vender el alma el cuerpo y que ella diga sí
que me ponga en los labios el pedazo de dolor que tenga vivo
toda su indecisión o su perfume.
Margarita esta tarde con su frío mosaico
Margarita y mis manos tanteándole la furia y los almíbares
Margarita y el miedo de que dijera no.

Odette Alonso - Transparencia
A Teresa. A Darsi

Yo nunca fui la luz
yo sólo era la lámpara que su mano encendía
o el fuego primigenio que ella me descubrió.
Toda anticipación era ilusoria
yo broté de su mano como una planta nueva
me inflamé en esa llama torpe viento.
Yo nunca fui la luz
y nunca volverá a ser lo que era
polvo que se dispersa y me vacía.
Veo llegar la muerte como un sueño
y el sueño es esa franja transparente
donde todo es mentira.

Herman Hesse - En la niebla
(Traduce Andrés Holguín)

¡Qué extraño es vagar en la niebla!
En soledad piedras y sotos.
No ve el árbol los otros árboles.
Cada uno está solo.

Lleno estaba el mundo de amigos
cuando aún mi cielo era hermoso.
Al caer ahora la niebla
los ha borrado a todos.

¡Qué extraño es vagar en la niebla!
Ningún hombre conoce al otro.
Vida y soledad se confunden.
Cada uno está solo.

Louise Glück - Maitines

Perdóname si digo que te amo: a los poderosos
se les engaña siempre, los débiles
son siempre manejados por el miedo. No puedo amar
lo que no puedo concebir, y tú no revelas
virtualmente nada: ¿acaso te asemejas al espino,
siempre la misma cosa en el mismo lugar,
o a la dedalera inconsistente, que brota primero
como espiga rosada en la ladera, junto a las margaritas,
y al año siguiente es púrpura en el rosedal? Ya ves
lo inútil que es este silencio que promueve en nosotros la creencia
en que tú puedes ser todas las cosas, la dedalera y el espino, la vulnerable
rosa, la terca margarita; nada nos queda sino pensar
que no podrías existir. ¿Es eso lo que quieres
que pensemos? , ¿lo que explica el silencio esta mañana,
los grillos cuyas alas no se frotan, los gatos
que en el patio no pelean?

Louise Glück - Maitines 2

Ocurre contigo que eres como los abedules:
no debo hablarte
de modo personal. Muchas
cosas han pasado entre nosotros. ¿O
sólo me ocurrieron a mí? Me
siento culpable, culpable, te pedí
humanidad; no soy más menesterosa
que los otros. Pero la ausencia
de todo sentimiento, de la menor
preocupación por mí... También podría
dirigirme a los abedules
como en mi vida anterior: dejemos
que lo hagan del peor modo, déjales
que me entierren con los románticos,
que sus hojas amarillas y afiladas
caigan sobre mí
y me cubran.

Louise Glück - Maitines 4

¿Qué es mi corazón para ti
si debes romperlo una y otra vez
como el sembrador que pone a prueba
sus nuevas especies? Experimenta
algo más: cómo puedo vivir
en las colonias, como a ti te gusta, si me impones
una cuarentena de dolor, apartándome
de los miembros saludables de
mi propia tribu: eso no se hace
en un jardín, apartar
la rosa enferma; permítele ondear sus sociables
e infectadas hojas
de cara a las demás, que los minúsculos áfidos
brinquen de planta en planta, probando de nuevo
que soy la más inane de tus criaturas, la que sigue
al floreciente áfido y al rosal trepador. Padre,
como agente de mi soledad, alivia
al menos mi culpa, levanta
el estigma del aislamiento; a menos
que sea tu designio fortalecerme
otra vez, como fui
fuerte y plena en mi infancia equivocada,
bajo la leve luz
del corazón de mi madre,
o en el sueño,
el primer ser que nunca moriría.


Louise Glück - Malahierba

Algo
llega al mundo sin ser bienvenido
y llama al desorden, al desorden.

Si tanto me odias
no te molestes en buscar
un nombre para mí: ¿necesitas
acaso un desdoro más
en tu lenguaje, otra
manera de culpar
a la tribu por todo?

Ambos lo sabemos,
si adoras a un dios, necesitas
sólo un enemigo.

Yo no soy el enemigo.
Sólo soy una treta para ignorar
lo que ves que sucede
aquí mismo en esta cama,
un pequeño paradigma
del fracaso. Una de tus preciosas flores
muere aquí casi a diario
y no podrás descansar
hasta enfrentarte a la causa, es decir,
a todo lo que queda,
a todo aquello que es más fuerte
que tu pasión personal.

No estaba escrito
permanecer para siempre en este mundo.
Pero por qué admitirlo, si puedes seguir
haciendo lo de siempre,
lamentándote y culpando,
las dos cosas a la vez.

No necesito que me alabes
para sobrevivir. Llegué aquí primero,
antes que tú, antes
de que sembraras un jardín.
y estaré aquí cuando el sol y la luna
se hayan ido, y el mar, y el campo extenso.

Y yo conformaré el campo.

Louise Glück - Amor bajo la luz de la luna

A veces un hombre o una mujer imponen su desesperación
a otra persona, a eso lo llaman
alternativamente desnudar el corazón, o desnudar el alma.
(Lo que significa que para entonces adquirieron una.)
Afuera, la tarde de verano, todo un mundo
arrojado a la luna: grupos de formas plateadas
que podrían ser árboles o edificios, el angosto jardín
donde el gato se esconde para revolcarse en el polvo,
la rosa, la coreopsis y, en la oscuridad, la cúpula dorada del capitolio
transformada en aleación de luz de luna,
forma sin detalle, el mito, el arquetipo, el alma
llena de ese fuego que en realidad es luz de luna,
tomada de otra fuente, y brilla
unos instantes, como brilla la luna: piedra o no,
la luna sigue estando más que viva.

Louise Glück - Escila

No yo, tonta, no yo sino nosotras, nosotras: olas
azules y celestes como
una crítica al cielo: ¿por qué
atesoras tu voz
si ser algo es lo que sigue
a no ser nada?
¿por qué alzas los ojos?, ¿para oír
algo así como un eco de la voz
de dios? Sois todos iguales:
solitarios, de pie sobre nosotras, planificando
vuestras vidas absurdas; vais
donde se os manda, como todas las cosas,
donde el viento os plante, unos y otros
mirando siempre
hacia abajo, viendo alguna imagen
del agua y escuchando qué: olas,
y sobre las olas, pájaros cantando.

Alfonsina Storni - Me atreveré a besarte...

Tú, de las manos fuertes con dureza de hierro
y los ojos sombríos como un mar en tormenta,
toda suerte o ventura en tus manos se asienta;
la fortuna te sigue, la fortuna es tu perro.

Mírame aquí a tu lado; tirada dulcemente
soy un lirio caído al pie de una montaña.
Mírame aquí a tu lado...esa luz que me baña,
me viene de tus ojos como de un sol naciente.

¡Cómo envidio tus uñas insertas en tus dedos
y tus dedos insertos de tu mano en la palma,
y tu ser todo inserto en el molde de tu alma!
¡Cómo envidio tus uñas insertas en tus dedos!

A tus plantas te llamo, a tus plantas deliro...
Oh, tus ojos me asustan...Cuando miran el cielo
le hacen brotar estrellas. Yo postrada en el suelo
te llamo humildemente con un leve suspiro.

Acoge mi pedido: oye mi voz sumisa,
vuélvete a donde quedo, postrada y sin aliento,
celosa de tus penas, esclava de tu risa,
sombra de tus anhelos y de tu pensamiento.

Acoge este deseo: dame la muerte tuya,
tu postrera mirada, tu abandono postrero,
dame tu cobardía; para tenerte entero,
dame el momento mismo en que todo concluya.

Te miraré a los ojos cuando empiece la sombra
a rondarte despacio...Cuando se oiga en la sala
un ruido misterioso que ni es paso ni es ala,
un ruido misterioso que se arrastra en la alfombra.

Te miraré a los ojos cuando la muerte abroche
tu boca bien amada que no he besado nunca,
me atreveré a besarte cuando se haga la noche
sobre tu vida trunca.

Alfonsina Storni - La caricia perdida

Se me va de los dedos la caricia sin causa,
se me va de los dedos...En el viento, al rodar,
la caricia que vaga sin destino ni objeto,
la caricia perdida, ¿quién la recogerá?

Pude amar esta noche con piedad infinita,
pude amar al primero que acertara a llegar.
Nadie llega. Están solos los floridos senderos.
La caricia perdida rodará...rodará...

Si en los ojos te besan esta noche, viajero,
si estremece las ramas un dulce suspirar,
si te oprime los dedos una mano pequeña
que te toma y te deja, que te logra y se va,

si no ves esa mano ni la boca que besa,
si es el aire quien teje la ilusión de llamar,
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
en el viento fundida ¿me reconocerás?

Alfonsina Storni - Limosna

Ahora quiero un alma, ser al que voy buscando,
ahora quiero un alma para poder amar;
échame sobre el alma gota a gota tu alma,
el cielo de tu alma, ya no pretendo más.

Quiero un alma, es un alma lo que busco en la vida,
es un alma, es un alma; ¿por dónde vagará?
Y el alma es como un cielo: quiero un alma estrellada,
con un alma estrellada me quiero iluminar.

Soy una pobre cosa; nadie más pobre cosa
que yo, que busco un alma sin poderla encontrar;
la compro con la vida, al que la traiga pago
con mi vida su alma. ¿Quién me la quiere dar?

Alfonsina Storni - Veinte siglos

Para decirte, amor, que te deseo,
sin los rubores falsos del instinto,
estuve atada como Prometeo,
pero una tarde me salí del cinto.

Son veinte siglos que movió mi mano
para poder decirte sin rubores:
<>.
¡Son veinte siglos los que alzó mi mano!

Pasan las flechas sobre mis cabellos,
pasan las flechas, aguzados dardos...
¡Son veinte siglos de terribles fardos!
Sentí su peso al libertarme de ellos.

Alfonsina Storni - Lo mismo

Estoy entre tus manos porque en ellas mi alma
juega tranquilamente a la vida y a la muerte.
No me importas, ventura, que ganar o perder
me tiene sin cuidado. Es suprema mi calma.

Me enseñaron los hombres cosas negras, horribles,
y me encogí un momento acosada de miedos.
Después perdí pavura...Me he soltado en tus dedos.
Ya conozco la vida y no pido imposibles.

Sólo el cielo es perfecto; esta tierra es mezquina;
andamos y volvemos, volvemos y seguimos;
nos persigue la sombra de quienes perseguimos;
se cae quien va a saltos, tropieza el que camina.

Ya que es así mis manos se cubran de claveles
y deliciosas músicas encanten mis oídos;
mis labios digan versos; se dobleguen vencidos
los cabellos de rosas y los labios de mieles.

No detendré la Muerte ni torceré la Vida.
Mi palabra, mi acento, no tendrán consecuencia:
por muy alta que sea, será errada mi ciencia;
está bien. Me es lo mismo la muerte que la vida.

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